Diez personas aguardaban el postre. Como buena anfitriona decidió obsequiar a sus ruidosos invitados con lionesas bañadas en chocolate caliente. Pero no lo consiguió.
Parecía que el microondas tenía vida propia y calentaba a su libre albedrío.
La congoja de la dueña de la casa era evidente.
Lo importante era mantener la calma, no sucumbir al desasosiego ni a la desesperanza.
No le quedaba otra opción, tenía que sacar más alcohol, era lo único que podía distraer a los comensales. Y el mando de la tele.
Cuando oyó a Sergio Dalma por tercera vez esa noche lo supo, sus amigos eran unos frikis, y además hablaban de cosas rarísimas como que hacer con un hacha.
Inquietante. Tenía que sacarlos de casa como fuera. El parquet, la bodega y los vecinos se lo agradecerían.
Fue al día siguiente cuando lo comprendió todo, un nuevo intento de uso del microondas la sumió en un gran estupor…la leche no se calentaba…tenía que asumirlo, empezaría el año con un electrodoméstico averiado.
De pronto lo entendió , es difícil calentar si está en modo gratinar.
No estaba todo perdido, solo necesitaba dormir diez horas seguidas para reiniciarse y empezar bien el año nuevo.
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Dedicado a Anna y su fantástica fiesta de Fin de Año. |